lunes, 4 de octubre de 2010

ROMPECABEZAS 1 (Génesis).


Su almohada en el piso, la frazada lo tocaba, la sábana a los lados. Debía arrojarse a su cama ahora, no quería desvelarse. Estaba encerrado en el cuarto oscuro de la madrugada. Sin embargo, estaba conectado, en msn, en caralibro; tenía abierto el email (constantemente lo reactualizaba) y sin darse cuenta, respondía con unimembres, mensajes de texto en su celular.

La Web era para él, una Rave en un océano desagotado. Uno es parte de ese mar de gente, en ese delirio todos quieren tomar un micrófono, una cámara, un teclado. Transmitir un mensaje, una imagen, y los más osados: una idea. Y qué la mayor cantidad de personas nos lea, nos vea, nos entienda.

Él era del último grupo, el de los más osados, quería encontrar la manera de transmitir sus ideas. Por esa razón, se acostaba tarde sin éxito, y a la mañana siguiente consumía en el desayuno, bebidas energéticas. Había hecho un blog (literario), no era suficiente. Su arma era la escritura, debía explotar ese recurso.

Su prosa estaba en la Web: nosoyelfantasmaescritor.blogspot.com Literalmente, era un fantasma escritor, no tenía el cuerpo de uno, no era leído por desconocidos. Su historia era como “La historia sin fin”: no creen en Fantasía, Fantasía desaparecerá. Mejor pensar en un fantasma que escribe, que en un ser vivo que fantasea que escribe.

Enorme cantidad de gente aguardando afuera, conectada en la rave, esperando el próximo tema, entregando sus gloriosos clícks, para ponerse otra vez en movimiento. Y no podía gritar y saltar para que le prestaran atención, sólo recibiría respuestas sinceras de los vecinos pero ellos también podían ser sus lectores virtuales.

Se le partía la cabeza, su mente a 120 palabras por minuto, no podía ir a la cama: tristeza cruda, dormir sin sueños. Ya tenía sopor en la mirada, se le escapaban las ideas, lástima que no se le escapaban las buenas: atraparlas en fuga. Debía relacionar ideas opuestas, como último recurso, antes del café o el alcohol, no era adicto a ninguno de los dos. Mil piezas en su cabeza tratando de encajar:

“Armar rompecabezas con la gente de la rave del océano desagotado

Podía funcionar ese delirio. Salió de la habitación, no prendió ni una luz. Al llegar a la cocina, abrió la heladera, la claridad empujó a la penumbra. Tenía hambre pero no encontró nada. Bebió agua del pico y quedó en transe unos segundos, estaba mirando con anteojos su pensamiento.

No era complicada la idea. Iba escribir rompecabezas de mil palabras, relatos breves sobre la gente que conocía: cada persona mostraría su texto a sus contactos en la rave, éstos a su vez a los suyos, y dentro de ellos habría un ser humano que trabaje en los medios, él o ella, materializará al fantasma escritor.

Era ridículo permanecer en su casa, iba a usar personas como material en bruto de inspiración, por lo menos, debía cerrar la idea en un bar. Cubrió con un pantalón la parte de abajo de su pijama y se puso una campera aviadora, estaba en cuero. Llamó al ascensor. Debía bajar siete pisos, antes de llegar a planta baja no se le iba ocurrir nada ¿Por qué no se le podían conceder tres deseos a los protagonistas de los microrelatos? Su risa casi lo deja en el suelo, ¿qué sería él, un escritor genio? No podía ver el fondo de la cuestión, algo se le escapaba. Sí. El ejercicio de redacción apuntaba en el blanco de los deseos humanos.

Llegó a un bar, pidió un café y una bebida fuerte, vodka con hielo. Lo miró muy raro el señor que lo atendió. Su nombre era José, no era la primera vez que lo venía. Estaba casi vacío “Barcelona”, no era gente lo que estaba en las mesas: fantasmas pero de una clase distinta a la suya. Volvió a llamar al mozo y con la mejor educación que era capaz, le increpó si le gustaría leer una historia donde él fuese protagonista.

El mozo antes de responder, era prudente, le sugirió qué mejor tomara sólo el café, ya había bebido mucho alcohol ésta noche. Sonrió, esperó que se rieran juntos, no cumplió con sus expectativas. Juan Pablo lo miró muy seriamente y le pregunto ésta vez, si le gustaba que le sacaran fotos. Parecía una cargada, una palabra más y lo echaban del bar, irónico, en 15 minutos cerraban.

Empezó de vuelta. Disparó con cordura que él era un escritor, le iba a explicar lo del fantasma pero ya era demasiado, también iba a pensar que estaba drogado. Tenía que hablarle encima, eso es lo que hace un escritor: hablar seductoramente a personas que no pueden responderle. No tenía que dejarlo pensar hasta que terminara la idea. El mozo estaba por partirle la bandeja en la cabeza y ahorcarlo con una servilleta.

Estaba alterado José, hizo una pausa, le trajo la orden. Fue expuesto al mejor argumento, mientras servía el café: si a uno le sacan una foto y sale bien, la enseña a sus familiares, amigos. Con tristeza el mozo le preguntó si no tenía a nadie. Envuelto en una risa, Juan Pablo intentó de ser más claro: iba a escribir relatos de ficción; los personajes de esas historias serán personas reales y el material de las mismas, serán los deseos de cada uno. Cada texto será leído por sus conocidos (desconocidos) y se formará un árbol genealógico de lectores.

Asintió con la cabeza varias veces, parecía un sapo con la mueca que hacía. Le confesó que era la idea más original que había escuchado en su vida. Juan Pablo dijo gracias y se mandó, sin escala, el vodka de la mesa, habían dado la orden de cerrar. Entonces el buen mozo, no dudó en comentarle, antes que se retirara del boliche: antiguamente, un artista te pintaba a vos, te hacia un retrato; como todavía se hace ahora, cuando le pagan a un fotógrafo en una fiesta… Sí, José, escribir rompecabezas de mil palabras es una fiesta.

1 comentario:

  1. I read till the last period...miracle for me!
    good job...keep it up!
    vicky tower

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