jueves, 7 de octubre de 2010

ROMPECABEZAS 4 (En el Aire)

Aeropuerto Ezeiza Ministro Pistarini. Sector Check-in. Entre pasajero y cliente se quitaba la cara. No soportaba estar detrás del mostrador: era sólo una semana, mientras “esa” en su luna de miel ¿De qué se quejaba? La gente hacía una larga fila para hablar con ella. Por un lado, trataba con personas descansadas (clientes), y por el otro, con personas excesivamente nerviosas (pasajeros): los que venían por primera vez y los que no soportan volar.Tenía suerte, personas que nunca iba a volver a ver en su vida.

Enfrente suyo una pasajera directamente de la peluquería. Le hicieron un corte (le quedó bien) y color chocolate (ojalá que se le derrita) ¿Cómo se llama? En el pasaporte: Nora Rita Valenzuela. Se parecía a la mina que estaba reemplazando, no era tan bajita. No era fea, además cuidaba su figura: una enfermita del gimnasio, la típica que la histeriquea al profesor ¿Va a Estados Unidos? !Qué vuelva con sobrepeso!

No podía ser más fácil. Los kilos de más lo tenía ahora, iba que tener que pagar exceso de equipaje. Quiso sacar algo de la valija: los rollers. Del otro lado del mostrador dijo terminantemente, que no se puede ni fumar en los baños, ¿qué pretendía Nora Rita? ¿Patinar en los pasillos? Bajo ninguna circunstancia podía llevarlos a bordo, si lo deseaba, perfectamente podía dejar los patines. No le contestó la pasajera, en cambio, ella la miró como un demonio rubio, sus labios rojos afirmaron su determinación.

Para no reírse, a continuación le llamó la atención a un cliente. Dijo: él que está atrás de la chica con valija rosa, por favor, ubíquese detrás de la línea. El hombre buscó condescendencia en las personas de la fila, él estaba mirando a la mina de adelante, a las de atrás, a la del mostrador, a todas. Cuando llegó su turno, después de entregarle el pasaporte, le hizo el comentario que había sido gracioso, lo que le había dicho a la mina que acaba de pasar, si quería patinar en los pasillos del avión.

La empleada de la aerolínea no le llevó la corriente. Patricio Ariel Longo (eso decía su identificación) siguió insistiendo, quería quebrar la formalidad de la situación, le preguntó si podía decirle el nombre de la señorita de los rollers (no quería saberlo, quería que ella fabricara celos). Vivian Ana, la mujer, no la empleada, le dijo firme que no podía brindarle ese tipo de información. Patricio desafiante, devolvió que era lo mismo, le podía preguntar personalmente a la chica en el avión.

Tenía cansancio mental, confesó: Nora Rita… Patricio le felicitó por su capacidad para recordar nombres, agregó una aguda observación: era fácil para ella recordar un nombre, si ella odiaba a la persona de alguna forma ¿Qué tenía que hacer para ella que lo odiara? Viviana le dijo suelta, sin reírse completamente, si se creía muy gracioso y acotó que si hacia esto con la primera mujer que se topaba en su viaje, con qué les iba a salir a las azafatas.

Cortó por lo sano. American Airlines invitaba a Patricio "Blondo" a continuar con los trámites pertinentes para tomar su vuelo. Antes de irse como Dios manda, le dijo que no lo podía llamar así (se derritió), era como si él le llamara “Rubia” con ganas. Viviana soltó: Volá de acá, llamo a los de seguridad (medio en serio, medio en joda).

No había entendido, no la estaba chamuyando, había hecho todo esto para distraerla, para que pasara un buen momento. Se había dado cuenta que ella no estaba bien, independiente de la pasajera que había atendido antes que él. Se hizo un silencio. Agarró su bolso de mano y se fue ¿Qué era, un dibujito animado? Era tierno y gracioso, no existe esa clase de hombre, en realidad, viaja en primera clase…

¿Qué tenia de él? Un recuerdo, nada más pasajero. Llegó a su casa hambrienta, prender la compu fue lo primero que hizo. Tenía que contactar a Patricio Langa, Blondo, Longo. Llamar a una persona de esa forma es una señal de enamoramiento. Podía averiguar más datos en la compañía pero era menos riesgoso buscarlo en Facebook: era vergonzoso buscarlo así.

Apareció London, su gato, era negro como el saco de pana de Patricio (Pato). No. Era una persona pública, tenía 4930 contactos. Estaba frita, nunca iba a poder hablar con él. Muy triste, tenía que pensar en otra cosa: el lunes a la 19:00hs volvía a su verdadero trabajo, volar con seguridad. Hoy era jueves, mañana tenía que retirar el uniforme por la tintorería.

Bienvenidos al vuelo 2815, Buenos Aires-New York, de American Airlines. Esperamos que disfruten volar con nosotros: Patricio Ariel Longo, era un pasajero, pudo comprobar que la atracción que tenía por él, no era pasajera. Sonrieron mutuamente, antes de saludarse con un apretón de manos, sus cabezas mutaron en tomates. Él tomó la palabra, dijo que se sentía en el aire.

Ella le respondió en voz baja que todavía no había despegado el avión y que no se olvidara de abrocharse el cinturón en el momento del despegue, esto era sólo el comienzo. Pato no perdió el tiempo, le dijo, también en voz baja, mirándola a los ojos, que le quedaba bárbaro el uniforme y si no era un poco corta la pollera. Trató de contenerse, recobró la compostura: ¡Qué pa… sajero!

Cuando llegó la hora de la cena, Viviana le preguntó a Patricio si deseaba una copa de vino de tomar (si pedía gaseosa, lo mataba). Pato aceptó como si fuese una invitación, pero en otra ocasión, no podía mezclar sedantes con alcohol (no soportaba volar). Pero se lo veía muy tranquilo. Volvió a la carga: le dijo que podían tomar una copa en la ciudad que ella eligiera, una tuviera que ir por trabajo. New York les pareció bien, no lo dijeron, pero estaba en el aire que no querían volver a separarse otra vez. Tenían 9 horas para conocerse, Patricio si la necesitaba a Viviana, sólo necesitaba apretar un botón luminoso.


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